Entre tus manos amantesuna rosa me ofreciste,
roja y apasionada
en mi pelo la pusiste.
Aquella rosa fragante
con pétalos de terciopelo,
quedó grabada en mi piel
con cinceles de tus besos.
Una espina me hirió
mi corazón sangrante,
mi sangre roja se fundió
con los pétalos de la rosa amante.
Era tanta su belleza
hermosura y color,
al recibirla de tus suaves manos
no pensé en el dolor.
Dolor que quedó en mi alma
heridos mis sentimientos,
¡como una rosa tan bella!
Pudo causarme tan inmensa desazón.
Me hirió la rosa,
¿o fueron tus manos fuertes
las que clavaron espinas
en mi cuerpo inocente?.
Mis lágrimas no brotaron
de mis ojos de azabache,
el dolor lo fundíte en un beso
solo deseabas amarme.
La herida se cerró
tu amor logró que sanara,
con tu ternura y amor
me hiciste feliz en aquella noche magna.
La alegría volvió a mi vida
recibo rosas diarias,
de tus manos tiernas y suaves
sin espinas, solo fragancia.
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
